Poesía

las cuatro paredes

Por Camila Ponce Hernández

el miedo entra por el oído; es más rápido que la vista

y la palabra. el oído, más allá de trazar una certeza,

es el órgano del cuerpo que encarna el secreto y la duda.

aguzamos el oído cuando merodea nuestras vidas

en silencio. escuchar podría ser entonces

abrirse a la contingencia – dejar que la otredad

más grande nos atrape.

en algún lugar del mundo escucharemos el estruendo

del fuego, sustancias innombrables rodeando nuestra memoria

como si ayer hubiese estado habitada por seres de luz.

cuando especulamos que el mundo esta embrujado,

queremos decir que aún no lo hemos traducido –

el leve pulso de un momento nos causa migrañas,

y el respirar fuera de la sombra es algo abrasivo para el ojo.

solemos soñar con lo que podría parecer si todo fuese inmutable,

si una palpitación de luz acariciara nuestras imaginaciones,

pero nunca estamos seguros de lo que es la memoria – dulce, ardiente,

gigantesca, silenciosa – el borrado largo bajo el viento que surge

tan infrecuente, que nos estancamos cuando llega

para que tenga algo que pueda sacudir, y se nos olvida

contemplar los ruidos de nuestros pensamientos,

conmocionados por el crepúsculo como transeúntes arrestados

cuyos secretos crecen en su ausencia. cuando hemos terminado,

el cuerpo se estará arrugando, ojos de tinta y una boca,

las laceraciones simples que nos dejan inseguros de nuestras propias

periferias – los ojos, estas diminutas fabricas del perdón,

¿a qué ritmo se depreciará nuestra maquinaria óptica mientras nos preocupan

estos rendimientos decrecientes a escala?

mis días, mis datos, ¿cuánto de la vida pierdo con los atardeceres?

y el tiempo se agota, como el deseo de la materia

de volver siempre al principio, de aprender

que escuchar es tentar lo otro – es coser

con los sentidos más sensatos

las heridas

de la exclusión.


Camila Ponce Hernández (Anaco, Venezuela, 2002) estudia Letras Inglesas en York y escribe poesía bilingüe.

Poesía

Tres poemas de la dinastía Tang

春望

VISIÓN DE PRIMAVERA

杜甫

Du Fu

國破山河在

Destruido el país, quedan los montes y ríos.

城春草木深

La primavera cubre sus ciudades de verde.

感時花濺淚

Lloran las flores por el momento vivido.

恨別鳥驚心

Se despiden las aves y su miedo se extiende.

烽火連三月

Tres meses ha ardido el fuego de guerra.

家書抵萬金

Doy todo el oro por una carta de casa.

白頭搔更短

A mi pelo blanco mis dedos se aferran,

渾欲不勝簪

es ya tan escaso que el pasador se resbala.


江雪

RÍO NEVADO

柳宗元

Liu Zongyuan

千山鳥飛絕

Entre mil montañas las aves desaparecen.

萬徑人蹤滅

Sobre diez mil senderos las pisadas se desvanecen.

孤舟蓑笠翁

Con sombrero de bambú y capa de paja,

独釣寒江雪

pesca en el frío de un gran río nevado

un anciano sentado en su solitaria barca.


靜夜思

PENSAMIENTOS DE UNA NOCHE TRANQUILA

李白

Li Bai

床前明月光

Frente a mi cama la luna brilla,

疑是地上霜

su brillo se confunde con la escarcha.

舉頭望明月

Miro arriba y veo la luz de la luna,

低頭思故鄉

miro abajo y pienso en casa.


Carlos Alberto Cedillo Santamaría (Monterrey, 1996) es intérprete de japonés y lector de chino.