Moisés
La servilleta hecha añicos en tu mano
y los aros que percuten
la mesa de este restaurante
son una premonición.
Sé que va a pasarte algo entre sus pliegues.
Se desprende una escalera vibrante
que corta la blancura de vitrinas
en la cima.
Los escalones eléctricos mecen tu canasto río abajo
estás abandonado, partiendo en dos murallas
la piscina de pelotas.
Así iniciamos todos.
Welcome To McAllen
En tanto que de flor y de azucena me despido
del único tajo de mundo que me pertenece.
Haciendo tajos de mundo, formando
un cuenco con las manos
para capturar el resto de los coches
desde el cristal trasero.
Mi madre se persigna,
refresca el aire con sus letanías
y dice como un secreto
que llena el espacio:
Tu tía alguna vez vio ángeles
cuidando esta carretera.
Cuánto alivio es llegar al cruce
para algunos
Tocaban sus trompetas,
tan serenos.
La cruz de Texas
es refugio opaco tintinteante.
Distensión de extremidades,
los papeles correctos.
Abundan las bendiciones:
por dar un ejemplo, el diablo
no puede alcanzarnos hasta acá
sin visa.