MAYO
Acariciar la ausencia
como animal de compañía
que solo llega
se arrincona
en la continuidad
ensordecedora
de los aviones
Animal que maúlla
reclama
atención
cinco veces al día
trepa a la cama
trepa a cada espacio vacío
Abrazar la ausencia
que llega a parir y dejar a sus crías
en una caja de cartón
entre basura
que se reproduce y se multiplica
y no deja de gemir
y es inteligible
solo
cuando todo se queda en silencio
No cabría tanto vacío en cada pliegue
si no siguieras conmigo
en la forma más insatisfactoria de las presencias
Acariciar la ausencia
como parásito que muerde
el hígado por dentro
y enuncia la voz de la intuición
y permanece como casi simbiótica
solitaria
Abrazar la ausencia y mirarla fijamente como un animal rabioso
y hacerla sopa de glutamato monosódico con fideos
y beberla entera
y vomitarla
cuando la ausencia de tanto estar se descompone
y se honguea, se hace náusea
Adoptar la ausencia como hogar provisional
cuando me descubro animal de compañía
y soy la que escarba
en la basura
y no deja de ladrar
Ausencia como animal de compañía
cuando la única sensación humana del día
es un abrazo
o la opresión en el pecho que ronronea
y vigila
Alimentar la ausencia todos los días
que defeque en tus muebles favoritos
y entre y salga de los cuartos
y a veces se esconda
y huela
y haga nidos
Abandonar la ausencia
dejarla morir y enterrarla
con la culpa, humana y católica
con la determinación de alguien
que ya no tiene edad
para estar desesperada.