Lectura en voz de la autora
¡Sí señor!
Todos los cerros tienen nombres eclesiásticos
los montes son frailes inclinados
a punto de caerse de sus cúpulas
montañas vestidas con mitras
de pico alto al que solo apuntan
los jóvenes emprendedores
el taxi avanza a una tira por hora
a dos por minuto larguísimo
hay puentes que tosen asfalto
sobre los matorrales
cae como en bola de nieve
poliuretano fino sobre todo
antes de irme este lugar me parecía
un globo de calma inmóvil
un inmenso paraíso
de metal que las nubes
abrigaban como un domo
ahora es filas y carriles
de víboras agotadas
pasos a desnivel mal planeados
sueños de Simplex afuera del Oxxo
reliquias del Kentucky el Pollo Loco
entramos por la Loma Larga damos vueltas
como en horno de microondas
el taxista no me habla ni yo a él
por un momento es un verdadero gozo
respirar esta calma recetada
por el nutriólogo
entre estadios relucientes
vestigios de casquillos
el mismo sol ignorado
llego a mi colonia me bajo
en la amable sucesión de coches con estampas
del frente nacional por la familia
saludo a mamá
cocina baño manchas de Tide
dedos de alfiler ganas que se le pierden
en todos los lugares
talla con detergente
hasta borrarse las líneas de las manos
que hace mucho nadie lee
de repente no suena tan mal
seguir enjuagando trastes
en tus bordes Monterrey
en tus orillas
de enorme pecera sucia
por lo menos hay salud hay paz
y presiento que muy pronto
tu corrido llegará a su gran final:
dos vaqueros casados
vatos dándose
un largo beso de lengua en la tele
chorreando baba arremontándose
en las faldas del Cerro de la Silla
¡Épale!
Marcela Santos (Monterrey, 1994) estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Su primer poemario se publicará este año en Dharma Books.